La escena movió a la indignación. No podía entenderse cómo en un municipio inmerso en la violencia, su presidente municipal cantara narcocorridos. No importaba si fue ayer o hace unos meses, tampoco importaba si era una fiesta pública o privada. Lo que importaba, es que una autoridad, una que es la responsable de la seguridad de un territorio, incurriera en apología del delito, enalteciendo a grupos o personajes criminales, en este caso, a través de la música. Escucha el trabajo completo.