Hace una semana un joven de 17 años moría tras recibir un disparo de un policía en un control en un barrio de la periferia de París.
Desde entonces, Francia vive una fuerte oleada de disturbios que ha dejado imágenes de una extrema violencia: incendios en la calle, coches quemados, ataques a transportes y edificios públicos.
En seis días se ha detenido a 3 mil 400 personas vinculadas a estos actos; se han registrado más de 2 mil incendios en la calle y ataques a centenares de edificios públicos.
Hay 600 policías y bomberos que han resultado heridos.
A pesar del aumento de la violencia, el presidente Emanuel Macron no ha decretado el estado de emergencia, que hubiera permitido extender los toques de queda por todo el país.