La entrega de medicamentos defectuosos a trasplantados renales en Jalisco ya cobra factura a pacientes. Carlos Merino de 54 años fue el primero en percatarse de esta anomalía. En octubre cumplió dos años de recibir un riñón de donante cadavérico y todo iba viento en popa, hasta mayo, cuando le dieron el IMSS el Octralín Tacrolimus. A finales de agosto acudió a cita y presentaba severo daño y rechazo de su órgano, porque al parecer, el medicamento que consumió era sólo un placebo:
“Me hicieron los estudios, salieron a niveles de 0.4, me volvieron a hacer los estudios, salió en 0.2 y después salieron en 0.1. Entonces pues me dan la sorpresa de que fue rechazo. Gracias a Dios ahorita me estoy estabilizando”.
La situación es todavía peor para el señor Merino pues, durante la pandemia, el IMSS suspendió las cirugías y debió intervenirse en un hospital privado porque su salud empeoraba. Ahora, además de estar en riesgo su vida, está severamente endeudado con el nosocomio donde se operó. (Por Héctor Escamilla Ramírez)