Todas las mañanas Elín vende café poniéndoselo en la cabeza.
Ella llama la atención de los automovilistas que circulan por el cruce de la calle Topacio y la avenida Mariano Otero porque, sobre su cabeza, porta un vaso de café y sí bien este está vacío ha sido suficiente para ganar mucha clientela y simpatías.
Emprendedora y entusiasta, Elín relata.
“Pues sí, sí me está yendo bien, no he pensado todavía cambiarme de rumbo, aquí todo mundo ya me conoce -¿Y qué te dicen porque traes el vaso en la cabeza?- A la mayoría le gusta, me preguntan que cómo le hago para que no se me caiga el vaso de la cabeza”.
Elín dice que la idea de ponerse un vaso de café en la cabeza surgió de un baile folclórico veracruzano que ella practicaba.
Hoy su idea ha sido tan exitosa que al día vende hasta 20 vasos de café en el cruce de Topacio y Mariano Otero, donde, además, ofrece galletitas. (Por José Luis Jiménez Castro)